Orquesta, conjunto de instrumentos
musicales y de los músicos que los tocan. En su sentido estricto, la agrupación
característica de la música occidental, en cuyo núcleo aparecen los
instrumentos de cuerda con arco de la familia del violín, a los que se añaden
las maderas, los metales y los instrumentos de percusión. El término orquesta
también puede aludir a varios conjuntos especializados, como la orquesta de
balalaicas, la orquesta de jazz, o el gamelán (conjunto instrumental de
Indonesia). La palabra orquesta originariamente hacía referencia a la parte de
los antiguos teatros griegos que estaba entre el escenario y el público y que
ocupaban los bailarines e instrumentistas. En un teatro moderno, la parte del
auditorio reservada a los músicos se llama foso orquestal.
La sección de cuerdas, que forma
la espina dorsal del sonido orquestal, se divide en cinco partes: primeros
violines, segundos violines, violas, violonchelos y contrabajos. Los
contrabajos a veces duplican la parte del violonchelo tocando una octava más
grave, aunque suele ocurrir que la música exija una parte independiente para el
bajo. La cantidad de músicos en una orquesta moderna varía desde un par de
docenas hasta bastante más de un centenar. De éstos, las secciones de maderas y
metales constituyen, cada una, del 10 al 20% de la orquesta, mientras que la
percusión reúne un 10% de los instrumentistas. Para las cuerdas ciertas
proporciones han demostrado poseer un equilibrio sonoro efectivo: una orquesta
con 20 primeros violines debe tener entre 18 y 20 segundos violines, 14 violas,
12 violonchelos y 8 contrabajos. Estas cantidades pueden variar, pero se
consideran representativas.
Las secciones de maderas y
metales, a diferencia de las cuerdas, generalmente tenían un sólo músico por
parte. Hasta mediados del siglo XIX, la sección de maderas tenía dos flautas,
dos oboes, dos clarinetes y dos fagotes (una formación conocida como vientos
dobles). Los dos miembros de cada pareja tocaban partes musicales distintas. A
finales del siglo XIX era común disponer de tres instrumentos de cada tipo
(vientos triples), con el tercer músico a veces tocando en un instrumento
relacionado, por ejemplo, el piccolo, el corno inglés, el clarinete bajo o el
contrafagot. La sección de metales, en su forma completamente desarrollada,
suele tener cuatro trompas, tres trompetas, tres trombones y una tuba. Estas
cifras a veces se incrementaban con otros instrumentos de metal, como el
trombón bajo o la tuba wagneriana, diseñada por el compositor alemán Richard
Wagner, que la utilizaba en sus partituras. La sección de la percusión, además
de un músico que toca los timbales, tradicionalmente empleaba uno o dos
intérpretes, cada uno de los cuales tocaba varios instrumentos. El grupo básico
de la percusión de mediados del siglo XIX contaba con un tambor lateral (o
redoblante), un bombo, platillos y un triángulo. Sin embargo, en el siglo XX
son habituales las obras que emplean diez o más músicos y decenas de
instrumentos diferentes, mientras que el número total de instrumentos de percusión
utilizados ha crecido en varios cientos. Además de estos cuatro grupos (cuerdas
con arco, maderas, metales y percusión), la mayoría de las orquestas pueden
contar también con un arpa y un piano.
La disposición de los
asientos de la orquesta la determina el director, que está al frente de la
orquesta durante las actuaciones. Los primeros y segundos violines suelen
situarse a la izquierda del director, mientras que a la derecha se situarán las
violas, violonchelos y contrabajos (una variación habitual de esta disposición
escénica presenta a los primeros y segundos violines enfrentados a ambos lados
del director). Las maderas y metales están frente al director, pero detrás de
las cuerdas, mientras que la percusión se ubica en la parte de atrás.
Las orquestas de ópera
y de ballet comparten con las sinfónicas el tamaño y estructura descrito, pero
difieren en sus antecesores y funciones. La orquesta sinfónica interpreta
sinfonías, conciertos y otras músicas de concierto, y normalmente se sitúa
sobre el escenario. Las orquestas de ópera y de ballet forman parte de las
actuaciones teatrales y están sentadas en el foso orquestal de la sala. La
orquesta de cámara suele tener menos de 25 músicos en sus filas. Virtualmente
todas las orquestas anteriores a 1800 eran de estas dimensiones, y muchos
compositores del siglo XX escriben para orquestas de cámara. La orquesta de
cuerdas, que puede ser del tamaño de una orquesta de cámara o mucho mayor,
tiene la sección de cuerdas habitual de la orquesta, pero carece de instrumentos
de viento o de percusión.
El desarrollo y establecimiento
de la orquesta se produjo entre 1600 y 1750. En la primera ópera importante, Orfeo
(1607), el compositor italiano Claudio Monteverdi utilizó una orquesta con una
sección de cuerdas central aumentada mediante otros instrumentos y vinculada
armónicamente al bajo continuo (un instrumento bajo melódico, como el
violonchelo o el fagot, además del soporte del clavicémbalo o el órgano).
Durante el siglo XVII, las orquestas se hicieron comunes no sólo en las
representaciones de óperas, sino también como conjuntos mantenidos por familias
aristocráticas para sus conciertos privados. A principios del siglo XVIII, la
combinación de primeros y segundos violines, violas, violonchelos y contrabajos
se convirtió en habitual para las cuerdas; además se usaba un par de oboes o
flautas o ambas posibilidades, y un fagot. Generalmente había un clavicémbalo o
un órgano que tocaba la parte del bajo continuo como soporte para las cuerdas.
El recién inventado clarinete se añadió a la orquesta a mediados del siglo
XVIII y se popularizó agregar un par de flautas, oboes, clarinetes y fagotes.
La trompa de caza también entró en la orquesta, y se la usaba para evocar la
atmósfera de la caza y para dar volumen y riqueza al conjunto. Las trompetas y
los timbales, anteriormente reservados únicamente para los nobles, se usaron a
veces cuando el texto de una ópera o de una cantata hacía alusiones a la
realeza; más adelante, las trompetas se añadieron por su brillo sonoro. Los trombones,
utilizados durante siglos en la música religiosa y en las bandas municipales,
entraron en la orquesta de ópera a finales del siglo XVIII y en la orquesta
sinfónica a principios del XIX. A finales del siglo XVIII el bajo continuo cayó
en desuso así como los instrumentos de teclado dentro de la orquesta. La moda
de imitar la música militar turca introdujo el triángulo, los platillos y el
bombo. La tuba entró en la orquesta sólo en el siglo XIX, como resultado de la
experimentación con los instrumentos de metal. Sus predecesores habían sido el
serpentón (una trompa de madera en forma de S con agujeros para los dedos) y el
oficleide (una corneta baja con llaves). Hasta el siglo XVIII las orquestas
acostumbraban a tener de 20 a 30 miembros. Durante la vida de Ludwig van
Beethoven el tamaño aumentó de 30 a 40 músicos. A medida que los compositores
diseñaron maneras nuevas y dramáticas para expresar sus sentimientos con la
música, las orquestas crecieron; a principios del siglo XX se consideraba
idónea la cifra de cien músicos.